Ahí estaba el pueblo y la Universidad debía estar a su servicio…

Con movimientos ciegos y un vacío que le roba el alma, funciona nuestra universidad, aunque presume normalidad.


A toda la comunidad educativa, sin excepción:

Por definición, una universidad se estructura en virtud de tres funciones: Docencia, Investigacion y Extensión. Es precisamente ésta última la ausente y sin embargo la única capaz de nutrirla de sentido.

La Extensión corresponde a la forma en que la universidad se vincula e incide en la sociedad, entendiendo esto como una interacción dinámica, de mutuo servicio, oportuna y crítica con la comunidad, de modo tal que la institución educativa dispone al servicio de la colectividad su conjunto de conocimientos humanístico y científico y, a su vez se nutre de su realidad social y económica, lo que permite encauzar su planificación, programación y sentido de sus actividades. En otros términos, corresponde a sacar el conocimiento de este claustro y ponerlo al servicio de las necesidades de la población, es ahí donde se ennoblece y adquiere sentido.

Es preciso visualizar la extensión más allá de una prestación de servicios circunstancial y asistencial, es del todo necesario concebirla como una actividad que remueve y retroalimente la docencia y la investigación; de modo tal que se forme a profesionales conscientes, críticos y transformadores de los problemas sociales y no sólo se instruya en conocimientos. O bien que se investigue, por ejemplo, en virtud de las enfermedades que más aquejan a la población y no en función de los medicamentos más rentables.

Paralelamente, se ha visto en diversas experiencias de Universidades Latinoamericanas que cuando se trabaja en la comunidad, contactando, conociendo, sirviendo, intercambiando con la gente aprendiendo de su saber, palpando y compenetrándose en sus necesidades, en un ambiente de horizontalidad democrática y sentido de cooperación, el estudiante universitario se concientiza y forma con mayor integridad, se humaniza.

Esto último nos lleva a cuestionar el espacio “sala de clases” como lugar privilegiado de aprendizaje y promover el espacio de Extensión como formación en la interacción entre estudiantes, funcionarios, docentes y sociedad, permitiendo un desarrollo mutuo y colectivo, ya sea fuera o dentro de los límites de la Universidad.

¡Caminemos comunidad educativa, situemos la cultura más allá de los muros de la Universidad, procurémosle vida a este cadáver académico, ahí donde se ennoblece y toma sentido, al servicio del desarrollo en conjunto! ¡Vamos andar!



Equipo de Extensión

Centro de Estudiantes de Medicina

Universidad de Chile

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